La destrucción
 
El Demonio se agita sin cesar a mi lado,
flota a mi alrededor como un aire impalpable;
lo respiro y siento que quema mis pulmones,
llenándolos de un ansia sempiterna y culpable.

Sabiendo lo mucho que amo el Arte,
toma a veces la forma de la mujer más seductora,
y con especiales e hipócritas pretextos
acostumbra mis labios a filtros degradantes.

Lejos de la vista de Dios, así me lleva,
jadeante y deshecho de cansancio,
al centro de los llanos del tedio, profundos y desiertos,

y arroja ante mis ojos llenos de confusión
vestiduras manchadas, heridas entreabiertas,
y el sangriento aparato que implica Destrucción. 

Charles Baudelaire, Les Fleurs du Mal. 

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