Hoy no felicité a Andre, porque no lo necesita.
Texto publicado originalmente el 8 de Marzo de 2019. Día internacional de la mujer.
Andre es “mi esposa”, lo dejo entre comillas porque en realidad ella no es mía, ella es la única dueña de su ser.
La acompañé cuando se metió un mes a las montañas de Colombia para hacer su tesis de maestría, fui cómplice cuando se fue embarazada a Estados Unidos a aprender de uno de los mejores biólogos del mundo, la cuidé cuando parió un niño y un título de maestría casi al mismo tiempo, no dejó sus sueños por una panza, y la seguí a otra ciudad cuando logró conseguir trabajo luego de un año, porque estaba sobre calificada para casi todos los cargos.
Hoy es el día de la mujer, nos levantamos muy temprano como todos los días que ella trabaja, porque sí, ella es quien trabaja y yo cuido al niño. Mientras ella se alista le preparo el desayuno, le ayudo planchando la ropa que se quiere poner, cosa que no hago con mi ropa y nunca le he dicho qué ponerse, tal vez porque todo le queda bien.
Antes de salir siempre me pregunta que cómo se ve, y mi respuesta siempre es la misma, — Estás linda, te amo — y al trabajo, a veces corriendo, porque se le hace tarde por andar hablando conmigo cosas banales.
Pero estoy seguro de que necesita apoyo cuando ha tenido un mal día, una cena lujosa sin razón un día cualquiera, llegar a dormir sin que nadie la moleste, un café para aguantar las noches largas, ella se merece muchas cosas, pero hoy no necesita una felicitación.
Hoy no felicité a Andre, porque felicitarla sería solo darle una palmada en la espalda que no cambiaría nada, un acto muy pequeño para todas las cosas grandes que ha hecho en un mundo difícil para las mujeres.
