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Encuentros e intersecciones que se marcan como puntos. Cada punto es una nueva idea que al conectarse con otro, logran cambiar el curso de la conversación y la transforma. Como un mapa, como un territorio.

De estos diálogos se generan ritmos; vibraciones, que dan paso a un recorrido visual producido por una experiencia de todos los sentidos (sinestesia). Convergen simultáneamente para elevar el espíritu y el pensamiento. Elevar(se), es alcanzar un punto más de conocimiento. Finalmente, el color y la forma, consecuencias de esta experiencia fascinante, dan paso al origen personajes de la naturaleza. Por lo tanto, los sabios continúan siendo los animales, quienes realmente nunca han propuesto alejarse de la tierra.

Reencarnar y convertirse en alguno de ellos es el estado más sublime que puede alcanzar el alma. Un paraíso que se vive tangiblemente desde la pintura, el dibujo o el acto de hacer, y que permite el gozo de una armonía sagrada cuando hay música de por medio.

Así, la imagen y el sonido permiten imaginar caminos, otros cuerpos (con alas), otras dimensiones que se abren, para marcar huellas; manifestar con arte la existencia y el flujo de la vida.

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