Es un domingo en la mañana. El sol llega a todas partes haciendo brillar todo con una luz especial. Cuando entré a la cocina pude imaginar poco a poco, como entre el dulce vapor de un buen café y las manos con harina, se preparaba un delicioso postre que voy a preparar para mis hijos que están jugando descalzos en el jardín. Están felices. Es una aventura sin igual, encontrar un gusano en la tierra húmeda, y que tu perro, curioso por el descubrimiento, a tu lado quiera olerlo, metiendo todo su cuerpo en el pequeño lugar. Jugarán durante largas horas con la manguera salpicándoles agua que se pinta mientras le pega el sol.

De repente, sin tener que llamarlos, el olor del postre ya listo les llega y regresan a ver curiosos por lo que pasará acá adentro.

Y cuando pensé que el desayuno estaba listo, donna nuestra perra, empezó a sacudirse el agua y comenzamos a reír. Nunca me voy a olvidar de esa mañana. Que bueno es sentir que lo rico de la vida es sentirse como un niño.