El proyecto nace de la distibución del programa en ámbito público y privado en edificios separados y claramente diferenciados en la mayoría de sus aspectos. Un pequeño espacio público establece el límite físico entre el consulado y la vivienda para la familia del cónsul, el  cual se va estrechando a medida que nos vamos adentrando en él, y nos conduce visualmente por un estrecho pasillo inundado a un patio  vinculado al edificio público que lo limita la plaza meridionalmente.
La construción destinada para las funciones consulares se presenta como una masa orgánica en sus tres dimensiones, invitando al recorrido con su forma curvada, totalmentente rompedora con el contexto en el que se inserta, captando la atención inmediata de los transeúntes de  la Avenida de la Palmera.
En oposición a la sensual forma del consulado, se nos presenta una fachada sobria en forma de rotundo cerramiento vertical que se asemeja a las monumentales edificaciones existentes en su entorno. Atravesando la masiva barrera que encierra en su interior el hogar consular, se hace patente su potencia y grosor, a la vez que se nos abre una puerta a un interior nada evidente: de nuevo los sinuosos paramentos que daban forma al consulado, estructuran los límites de un patio privado y familiar. La vivienda se desarrolla entre éste muro y otro de casi idénticas características, situado en el otro extremo, de forma que la totalidad de la construcción se podría entender como un único y megalítico muro de piedra artificial que se horada para permitir la filtracion del aire y la luz, y permitiendo asimismo, la entrada al ser humano que habitará en su interior.
En el conjunto, se mezclan y entrelazan las formas lineales con las curvas, incitando al observador que explore sus rincones, con el fin de descubrir cual es realmente el esquema que siguen la vivienda y su edificio hermano.

La vivienda se desarrolla en torno al patio de entrada. A su alrededor, una triple piel tamiza la luz y optimiza la temperatura interior, creando a su vez dos pasillos que distribuyen las habitaciones. Una primera piel de hormigón con una serie de silencios verticales y protegida en gran parte por un vuelo crea un espacio de sombra con el sol alto de verano, y deja pasar unos alargados haces
de luz hasta el interior cuando el sol está tendido. El corredor que genera es el más exterior y en momentos puntuales de su recorrido, el forjado superior se retira con un fluir sinuoso, de la misma manera que el cerramiento, vertical, pero cada uno siguiendo un ritmo diferente, dejando entradas de sol directo o espacios donde la lluvia puede penetrar. Una segunda piel de vidrio conformada por láminas de vidrio corredizas crea un juego de luces,difuminando las líneas que penetran a través del muro de hormigón, y aisla térmicamente el corredor interior acotado en su otro extremo por una piel de madera, que presenta una sensación de recogimientoy calor familiar frente al frío e imponente hormigón del exterior. Éstas láminas de madera configurarán las estancias que se distribuyen entre el patio principal y el espacio abierto que se situa entre los límites más privados de la vivienda y el muro de cerramiento.