Ilusoria esperanza

¿Qué nos queda? Sólo un puñado de recuerdos; instantes robados al destino que nos ha unido al mismo tiempo que entorpecido,  sólo unas pocas frases, impresas en el alma, sólo nosotros mismos, destrozados, heridos.
¿Qué destino es el que nos hizo enamorar y luego transformó ese amor en odio? ¿Qué nos ha hecho esclavos y luego libres? ¿Qué nos hizo presa  y depredadores al mismo tiempo ...?
Disfrutan las Parcas jugando con los hilos del destino y nosotros, pobres prisioneros de esta miserable existencia, hemos sufrido incesantes y perpetuas vicisitudes, subyugados por una fuerza que gobierna el universo sobre la cual incluso los dioses no tienen poder.

Por lo tanto ¿cómo tomar un rescate y castigar Cloto y Láquesis por haber hilado tal burla?
Otorguémonos una segunda oportunidad, un momento, ya sea transitorio o duradero, de reconciliación, donde los pensamientos, sentimientos y emociones puedan volver a encontrarse. Tal vez será difícil, pero confío en los retos porque eso es lo que tendrá que ser: una comparación entre lo que fuimos, lo que somos y lo que podríamos ser, una unión de sensaciones pasadas y recientes, una convergencia entre dos almas antes afines.

Has creado a tu alrededor un mundo perfecto, hecho únicamente de días de felicidad inducida y no te das cuenta del rencor y la rabia que llevas adentro como una carga muy pesada. Prefieres perder el camino en este abismo, sin ni amaneceres ni puestas de sol, donde la oscuridad reina soberana. Y no tienes velas o linternas, fósforos o antorchas y yo camino a tu lado, pero no en ese mundo inmaculado que quisiste crear, sino en la realidad.
¡Cuántos errores hemos cometido! Y, sin embargo, ninguno de nosotros nunca aprendió: yo te hería simplemente creando ilusiones, y tu disfrutabas pronunciando frases acres, golpeándome asì, con las palabras, el arma más cruel y dolorosa entre todas.
Todavía pienso en nuestras conversaciones: la más reciente tuvo lugar hace unos días; el individuo que había delante de mí no eras tu, sino tan sólo la sombra de la persona que había amado con tanta pasión, un fantasma del pasado, un alma en busca de paz. Tu rostro era pálido, la mirada ausente, perdida; las palabras que salían de tu boca eran pronunciadas con frialdad, como si estuvieras hablando con una persona desconocida. Tal vez es eso en lo que nos convertimos: perfectos desconocidos que viven realidades diferentes, demasiado lejos para lograr reencontrarse, dos islas sin puerto...
Yo también reconozco mis errores, fruto de una mente inmadura, y si por un lado tú lanzabas los dados y escondías la mano, yo reía a tus espaldas premeditando varios engaños.
Y tú, como el más hábil entre los amantes, pensabas crearte por ti mismo tus sueños. Y era una lucha constante. Intentabas agarrarte a aquellas pocas certezas que lograbas coger, a aquellas pequeñas, menudas esperanzas que yo te daba cada vez que cedía al veneno de los dardos de Cupido. No quería que el amor se apoderase de mi y corroyera mi alma, tal como un gusano avaro de su manzana, ni que contaminase la superficie. Así me escondía detrás de un muro de mentiras e imposibles promesas, alimentando cada uno de tus sentimientos, prolongando la batalla. Pensabas que “el obstinado esfuerzo podía ganarlo todo” pero no te dabas cuenta que aquella realidad no te partenecía, te obstaculizaba volviéndote arduo el camino, casi desviándote de cualquier otro interés.

Tu constancia y sacrificio lentamente te han apagado, privándote de todas tus fuerzas, justo ahora que entre nosotros no hay más que desolada indiferencia alterna a banales insultos.
El eco angustioso de nuestras mudas voces no logra oírse, pero si pudiera tomar aliento, un anhelo, gritaría que es mejor el odio a la indiferencia; pero ¿como podría odiarte?
Te amaré, si puedo; si no, te odiaré sin querer, con la secreta esperanza de que un día los dulces recuerdos puedan difuminar los amargos; viviré deseando tu retorno, esperando una nueva estación y, tal vez, pasará una noche larga y dolorosa donde “la luna se hundirá, y luego las Pléyades” con ella…pero cuando llegue el día, entonces, dudas e incertidumbres desaparecerán, y el alma, atormentada por continuos y nuevos afanes, por fin encontrará quietud.
Ilusoria esperanza
Published:

Ilusoria esperanza

Published:

Creative Fields