Gregorio Orjuela es un hombre de 43 años de edad.  Vive en un barrio al sur de la ciudad en la casa desolada que deja su madre tras fallecer. Trabaja como bibliotecario en la biblioteca de la escuela pública para niños llamada “Pequeños genios”. Cumple un horario de 8 horas de 7am a 3pm, de lunes a viernes. Nunca llega tarde a su trabajo, es muy puntual y aparenta ser un hombre estricto.  Los niños de la escuela lo describen como una persona aburrida y seria.

En las tardes, se dirige a su casa a ver la televisión, coloca el canal 7 para ver el noticiario que narra lo que pasa en la ciudad donde vive. Para las 6 de la tarde, empieza a terminar el trabajo que normalmente deja inconcluso la noche anterior.

Pierde a su padre a la edad de 5 años debido a un accidente, en el cual su padre es arrollado por un tranvía. Desde entonces, convive con su madre hasta los 23, cuando ella fallece a causa del VIH que contrajo en las violaciones que le proporcionaba su padre a la edad de 14 años.

A los 3 años de edad, Gregorio encuentra en la basura un muñeco de plástico sucio, con cabello rubio algo enredado, su ojo derecho es color azul y el izquierdo es café, está desnudo y tiene un tamaño aproximado de 70 cm, lo que equivale a un bebé de 18 meses a escala real humana. Lleva el muñeco a casa, allí lo lava y le pone algo de ropa, le da por nombre Ricardo.

Su niñez es solitaria debido a que él lleva a Ricardo consigo todo el tiempo. Ricardo tiene un aspecto siniestro lo cual hace que los demás niños de su barrio no quieran estar con Gregorio ni relacionarse con él. Les da miedo.

Ricardo pasa al lado de su dueño durante 7 años, hasta que su madre se da cuenta de lo que está pasando y decide hacer algo al respecto. Su madre se pregunta en repetidas ocasiones porqué su hijo sólo socializa con Ricardo, ¿acaso está loco?

Clara, la madre de Gregorio es enfermera auxiliar en el hospital distrital de la ciudad, trabaja todos los días del año en turnos de 12 horas, cuando llega a casa, exhausta del trabajo, lo único que hace es fumar 13 cigarrillos y desplomarse en la cama hasta conseguir quedarse dormida. No presta mucha atención a su hijo.

Pasa el tiempo y en una discusión que tienen, su madre quema a Ricardo con el fin de hacerle entender a su hijo que éste no es más que un juguete, que así esté siendo quemado, éste no va a llorar. En efecto, Ricardo se derrite y no emite sonido alguno más que el del plástico ardiendo.

Gregorio queda con un trauma y un deseo desde entonces de volver a tener a Ricardo. Así pues, mientras crece, busca entre la basura todas las noches esperando tener la suerte de encontrar otro muñeco. Pasan 13 años y él sigue con su búsqueda. Su madre muere, pero a él no le afecta, ya que desarrolló un odio y rencor hacia ella por haber “matado” a su único compañero.

El tiempo sigue transcurriendo y él no desiste en su lucha por tener de nuevo a su lado a su tan amado muñeco. Toma el empleo bibliotecario en la escuela de la ciudad debido a que su primo, Agoberto, quiere hacer una obra de caridad con él.  A Agoberto le llegan noticias de que su primo está loco porque busca día y noche en la basura algo con mucho deseo, pero nadie sabe qué.

Agoberto decide acogerlo en su casa y darle el empleo de bibliotecario en la escuela en la que él es rector. Así pues, Gregorio empieza a perder el interés por Ricardo y Agoberto cree que su primo tendrá una vida “normal”.

Gregorio empieza a tener contacto con los niños, pero uno le llama la atención en especial. Nicolás, de 4 años de edad, es de estatura promedio, ojos claros y cabello castaño. Ama los libros de conejos y le pide a diario que autorice que él pueda llevarse un cuento a casa para que sus padres le lean antes de dormir. Gregorio encuentra en Nicolás un parecido físico de lo que era Ricardo, sin embargo, no del todo.

Sigue trabajando en la biblioteca y demuestra a su primo Agoberto que es estable mentalmente, que puede vivir sólo. Agoberto accede y lo lleva a su antigua casa, donde vivía con su madre Clara. Allí lo deja y cree que vivirá bien.

El bibliotecario pasa sus primeros días bastante cómodo, pero luego, en el piso cerca de la puerta del cuarto de su madre encuentra el ojo café de Ricardo. Todos los recuerdos que tiene del muñeco vuelven a él y consigo su obsesión de tenerlo de nuevo a su lado. Se rompe en llanto y decide volver a su búsqueda.

Sigue yendo al trabajar como si nada pasara, pero empieza a regalarle dulces a los niños, desea poder acercar un poco más a ellos, saber sobre sus gustos, miedos, etc. Él intenta que ellos los coman enseguida, con eso logra que los padres de los pequeños no sospechen de nada.  Gregorio planea buscar entre los niños un nuevo Ricardo.

Empieza a estar más atento a los niños que visitan la biblioteca y anota los nombres en su libreta rota y vieja de quienes tengan rasgos parecidos a Ricardo. Entre ellos se encuentra Fabián. Él es un niño de 5 años, tiene el cabello rubio y ojos verdes, su tez es muy pálida. También está César, él tiene 4 años, ama las chocolatinas y su tez es morena, tal como Ricardo. Cree que Nicolás, Fabián y Cesar puede ser el nuevo Ricardo, así que elabora un plan para poder traer de vuelta a su tan amado muñeco.

Gregorio rapta, y asesina a éstos 3 niños e intenta disecarlos. Tras varios intentos fallidos, noches enteras y experimentos infructuosos, consigue hacerlo. Para terminar con el trabajo de disecar los cuerpos, dura 8 meses y 3 días trabajando a partir de las 6 pm. Luego entonces, del cuerpo de Nicolás y Fabián, retira las partes que son parecidas a Ricardo y las cose sobre el cuerpo de César. Pone el ojo de plástico café y el ojo azul de Nicolás, pero su Ricardo no es del todo parecido. Guarda su intento de Ricardo en una nevera verde y grande, algo vieja y oxidada, y como si nada vuelve al otro día a su trabajo en la biblioteca de la escuela.

Por su mente no se cruza el pensamiento de detenerse, sólo parará cuando logre llenar su vacío, cuando Ricardo vuelva a estar con él.