Era una tarde lluviosa en Bogotá y estábamos en la casa de Sebastián, pronto llegarían las vacaciones y no sabíamos qué hacer. Se nos ocurrió hacer un viaje aventurero, lleno de adrenalina, y claro está lo que más nos gustaba hacer, escalar. Estábamos entusiasmados con la idea de viajar los 4, Sebastián, Andrés, Victoria y yo, Daniela. Adentrarnos en la montaña y pasar las mejores vacaciones entre amigos y naturaleza.
Empezamos a planear todo, que comida llevaríamos, que equipo y a donde iríamos. Decidimos ir a Suesca, ya que es lo más cercano a Bogotá para escalar, y es uno de los atractivos turísticos más buscados por escaladores. La tarde se nos pasó en hacer planes y listas de cosas para llevar y alistar, ya faltaban tres días para el fin de semana y nuestra emoción aumentaba cada vez más. 
 
Llego el viernes y nos encontramos en la 170, a las 8 de la mañana para iniciar nuestra aventura, teníamos todo lo necesario para pasar nuestras vacaciones, teníamos el equipo de escalada, las carpas, los sleeping, la comida y todo planeado a la perfección, o eso creíamos.
Arrancamos a eso de las 9 mientras arreglábamos las cosas en la camioneta, íbamos con una energía increíble, molestando y cantando en la carretera, parábamos a comer y a admirar el paisaje. Cuando por fin llegamos descargamos las cosas, y pusimos en marcha nuestra caminata de 20 minutos por la carrilera, hacia el sitio de camping, llamado campo base. La caminata por la carrilera hacia dentro de la montaña es hermoso, ya que está lleno de naturaleza y de buena vibra.
 
Cuando llegamos, empezamos a armar las carpas y organizar todo, para adentrarnos en el bosque y hacer una caminata por arriba del farallón de suesca.
Cuando por fin todo quedo listo nos montamos el equipo de escalada al hombro y emprendimos nuestra primera aventura, sin saber lo que nos esperaba en las entrañas de ese bosque.
Llevábamos caminando más o menos hora y media, cuando escuchamos un ruido que venía de los árboles, de las copas de los árboles, nunca lo habíamos escuchado así que nos pareció extraño y fuimos a revisar que era. En el camino encontramos a Muican descendiente muisca y guía turista de la cultura indígena del antiguo cacicazgo de Guatavita, a quien Andrés había contactado por medio de un amigo para que nos llevará a conocer los diferentes puntos de gran relevancia histórica del pueblo. Al encontrarse con Muican el nos llevó a dar un pequeño recorrido por la carrilera, en el camino nos enseñó cuevas utilizadas por sus antepasados para encerrar a quienes actuaban mal, siendo agresivos o robando cosas en las tribus músicas  que allí habitaban, también nos enseñó lo que se conoce como la pared de estrellas que es un punto muy oscuro debido a la frondosidad de los árboles y en donde las únicas luces que se ven son miles y miles de luciérnagas iluminando el camino, que dan una sensación de caminar entre estrellas.  Lamentablemente no todos disfrutamos de las “estrellas” ya que Andrés le teme un poco a la oscuridad, aunque yo creo que su temor es bastante grande, el trata de ocultarlo bastante bien, ego de hombres!.
 
Más adelante iniciamos una subida por un pequeño bosque el cual nos contó Muican alberga poderes sobre naturales.  Debo confesar que al escuchar la historia sentí como cada vello de mi cuerpo se erizaba y Victoria me abrazó con tal fuerza, me dio a entender que no era la única asustada. Sebastian que venia detrás agarró una rama del suelo y tocó los hombros de Victoria haciéndola pegar un pequeño grito y echar a correr, todos nos reímos y el ambiente se tranquilizó un poco. 
Al salir del bosque nos encontramos con un claro en donde habían unas cuantas casitas con distancias no muy lejanas unas de otras, y mientras disfrutábamos la vista y Muican nos señalaba cual era su hogar, Sebastian llego agitado corriendo y algo alterado ya que se quedo tomando una foto y de repente se vio solo en el camino, hecho que al parecer lo molesto bastante. 
Muican nos invitó a su hogar a disfrutar de una cena y una bebida tradicional fermentada hecha a base de maíz. Luego de una deliciosa cena y un poco ebrios por la chicha, decidimos regresar a nuestro campamento para descansar y prepararnos para un día de deportes extremos y más caminatas junto a Muican. 
En la mañana siguiente Sebastián nos levantó a todos muy temprano, aun oscuro y nos guió a un camino que ya conocía gracias a sus viajes como escalador al farallón, un estrecho paso conocido como el camino del indio, en cual permite llegar a la parte más alta del farallón muy cerca de donde vive Muican. Donde se uno de los espectáculos más hermosos que la naturaleza puede brindar el nacimiento de un día, una oportunidad nueva de vivir al máximo lo que ayer no se disfruto, la salida del imponente sol. 
Dejándonos calentar por sus rayos, duramos tumbados al menos una hora observando como se iluminan las montañas y valles, y sin aviso alguno junto a nosotros se sentó Muican saludando a zuhé - nombre muisca para referirse al sol -, ser de gran importancia para su cultura. 
Organizamos lo que sería la caminata del día y nos levantamos dispuestos a continuar con una aventura única por el hermoso paraje de las rocas de Suesca. Muican nos conduce por la carrilera más allá de la entrada al bosque sobre natural, en donde encontramos un espectáculo único, los nidos de cientos de lechuzas, Muican nos explicó que Suesca significa roca de las aves y que allí existen muchos tipos diferentes de aves entre ellas obviamente las lechuzas, halcones y colibríes. Pero tuvimos que salir pronto de allí ya que Victoria se sentía incomoda por el estrecho camino en lugar de disfrutar, solo se quejo.  
Luego Muican nos condujo a la laguna de Suesca.  Al llegar a allí, Muican nos enseñó acerca de las tradiciones muiscas y la famosa leyenda del dorado, y debo decir que quizá mi comportamiento no haya sido el mejor,  pero le tengo pánico al agua, imaginar que puedo morir ahogada es un miedo que no puedo controlar, así que solo camine deprisa y poco escuche lo que Muican trata de explicarnos.
Al regresar Muican nos invita a una ceremonia tradicional en su casa como despedida, ceremonia hecha a visitantes de las tribus como invitación a volver. 
Sin pensarlo mucho aceptamos y entramos a casa de Muican quien nos hizo seguir a una sala sin muebles y sentarnos en circulo, luego nos ofreció algo de beber, una bebida hecha a base de diferentes hierbas y luego de sentarse en el centro del circulo que completábamos con cuatro personas más, hizo un rezo en lengua extraña sonrió y nos deseo a todos fortaleza y aprendizaje para ser siempre mejores en la vida.
 Luego de dimos cada uno un sorbo Muican enciende un tipo de esencia y sin darnos cuenta caímos en un sueño profundo. 
Luego de un rato Andrés despierta en medio del camino entre luciérnagas y siente de repente mucho miedo al percatarse que no logra ver nada excepto la pequeña luz de miles de luciérnagas. Empieza a gritar sin recibir una respuesta alguna, luego de unos minutos escucha un ruido justo detrás de el, voltea inquietado y lleno de temor pero no logra ver nada, y de repente el mismo ruido de ramas quebrándose a su lado; su cuerpo se eriza todo y queda casi en un estado de shock porque a lo que mas teme Andrés es a la oscuridad y a la cantidad de peligros que puede implicar el no ver nada, así que empieza a gritar nuevamente pero nada ocurre excepto ese sonido que al analizarlo parece  un gran animal rodeándolo, apunto de atacar. Andrés se tira al suelo y en su mente se dice a si mismo que todo es un sueño que eso no puede estar sucediendo y entonces algo se abalanza sobre el y en un primitivo instinto de supervivencia saca su navaja y decide atacar aquello que lo acecha desde la oscuridad.
 
Victoria trata de aclarar sus ojos y se levanta del suelo pero se da cuenta que no puede ponerse bien de pie que el techo es muy bajito y es roca maciza, su respiración se acelera al tratar de caminar pero las paredes se le vienen encima, comienza a sudar espantada por la sensación de ahogo que le causan los lugares encerrados, busca una corriente de aire y trata de seguirla y entre más corre y se acerca a la salida las paredes se hacen mas angostas y el techo más bajo haciéndole cada vez más difícil moverse y avanzar, hasta que queda totalmente atorada entre las paredes. Toda su vida pasa en un segundo frente a sus ojos al pensar que son sus últimos instantes, siente de apoco como su cuerpo empieza a desvanecerse y en ese momento se aferra a la vida y decide luchar así que empieza a empujar la roca que tiene enfrente y esta cede. 
 
Sebastián grita desconsolado buscando a sus amigos, corre en todas direcciones tratando de encontrar a alguien pero el bosque es demasiado espeso como para q sus gritos recorran apenas unos cuantos metros. 
Trata de subir un árbol para al menos poder ubicarse de donde puede estar, pero sus intentos son fallidos ya que las ramas jóvenes y delgadas no logran soportar su peso. 
El silencio de la soledad en la que se encuentra es quizá el ruido más ensordecedor que jamás haya escuchado en su vida, llena su mente y aturde sus sentidos de pronto su cabeza se sumerge en un inmenso dolor que incluso lo tumba al suelo, su cuerpo se congela al pensar que se encuentra solo y perdido y que jamás volverá a encontrar a nadie con quien hablar, reír, discutir o amar.
 Esta solo como los personajes de las historias de naufragio de las películas que veía junto a sus amigos de universidad porque siempre trataba de estar rodeado de amigos, siendo siempre fiel y sincero porque en realidad buscaba cosechar amistades que lo acompañarán aun siendo un viejo y así no tener que estar solo nunca. 
Se pregunta porqué  le pasa esto a el, porqué  llego a este sitio en medio de la nada y solo. 
Entonces se da cuenta que nunca necesito tener que cultivar esas amistades que siempre fueron interesadas por lo que el brindaba porque sus amigos con quienes inició el viaje estaban con el por quien realmente el es y no buscaban nada en el sino al contrario le brindaban aun más de lo que el siempre ofreció porque su amistad hacia el, es sincera. Sebastián se sienta y llora, luego de quizá la Epifanía más importante en su vida y justo en ese momento el bosque se abre frente a él. 
 
Trate desesperadamente de salir de la laguna de Suesca pero entre más me acerca a la orilla esta se alejaba, mis brazos no resistían y mis piernas débiles daban movimientos sin fuerza y cada vez más lentos, lo que hacia que tratar de estar flotando y avanzar fuera muy difícil.
En mi afán por tratar de pedir auxilio a gritos tome una gran bocanada de agua y la sensación de ahogo invadía mi pecho, sabia que ese era el fin. Que las frías aguas de la laguna se convertirán en mi tumba; agotada empecé a hundirme y a pesar de estar rodeada de agua sentí como corrían las lagrimas por mi rostro, al recordar todos aquellos momentos vividos junto a mis familiares y amigos, la nostalgia invadía mi mente y entonces recordé el momento en que mi sobrina nació y la inmensa alegría que lleno mi vida entera, al ver a esa pequeña descubriendo la exquisita sensación de vivir. 
Y como un bebe sin miedo al nuevo mundo inmenso  que lo recibe, di una bocanada de aire y entonces, lo vi allí, al final de un camino en el que ahora me encontraba estaba Muican, quien me sonríe invitándome a salir de allí.
 
Nos despertamos en el campamento, totalmente desconcertados, sin saber realmente si lo que nos había pasado era un simple sueño, o de lo contrario había sido realidad. Nadie comento nada, pero solo en nuestras miradas se notaba esa sensación de curiosidad por lo que había sucedido. Empacamos el equipo, nuestras cosas y sin mas decir regresamos a la ciudad con la seguridad de que aquel evento había cambiado por completo nuestras vidas.
Historia de montaña
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relato de escaladores, una de mis actividades favoritas.

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