- ¿Quién es Dios? -
Tu y yo, yo y tú, él, nosotros, vosotros y ellas.
- ¿Por qué los caballos de carreras no compiten con nuestra amiga la tortuga? -
Porque la tortuga desde los juegos olímpicos de Grecia le enseñó el arte de galopar a los caballos.
- ¿Por qué los gallitos de roca son muy distintos a los gallitos de agua? -
Porque los gallitos de roca se alimentan de fruta y los gallitos de agua se alimentan de peces.
- ¿Por qué ya los pájaros no le tiran a las escopetas? -
Porque ellos, cansados de guerra,
quieren escuchar con alegría
la música del arroyuelo y el viento oloroso
a ese monte que agita sus alas.
- ¿Por qué se parecen tanto los toches de plumaje pechiamarillo y alas negras a los azulejos? -
Porque unos y otros
miran con desorbitados ojos
los plátanos bananos bien maduros
y ambos
son los amigos inseparables del olor de la guayaba.
- ¿Por qué los peces voladores poseen la magia de los juguetes que navegan por el cielo? -
Porque cuando sus ojos
de peces voladores
descubrieron el cielo a flor de agua,
sintieron el llamado del amor
de las estrellas de mar,
que tanto iluminan la imaginación de los astronautas.
- ¿Por qué el cielo azul de mar de la Ciénaga Grande de Santa Marta es uno de los cielos más bellos del mundo? -
Porque en ese cielo azul de mar
las más divertidas acrobacias de circo
las realizan las aves migratorias,
plumones de viento y agua,
que de país en país,
bajo el comando de la rosa de los vientos,
le enseñaron
el arte de volar a los aviones.
- ¿Por qué las diminutas hojas de la mimosa o adormidera son amigas del hombre? -
Porque ellas descubrieron
en la suave caricia de la yema de los dedos
el arte de soñar despiertas.
- ¿Por qué los sapos se inflan y se atraviesan en su boca grande un palito de monte, para que no se los coman las culebras? -
Porque la culebra le puso el cascabel al gato,
pero nunca ha podido hacer lo mismo
con el ingenioso sapo.
- ¿Existen los ratones voladores? -
Sí.
Ellos
son los diminutos pájaros arroceros
que merodean en las panaderías del barrio
tras una brizna de pan
y un aleteo de felicidad
a ras de suelo.
.
- ¿Por qué las hojas sedosas del frailejón embellecen la vida de los páramos? -
Porque cuando un niño introduce sus dedos
en las hojas del frailejón,
descubre la más alegre sensación de calor del mundo.
