“Blanco y negro son los colores de la fotografía. Para mí simbolizan las alternativas de esperanza y desesperación a las que la humanidad está eternamente sujeta.”
Robert Frank


Justo esta yuxtaposición de sentimientos perfectamente cohabitables en la vida misma eran los mismos que sentía la primera vez que me quedé fijamente mirando este radiador, con lágrimas en los ojos, palabras ahogadas en la garganta, y abrazando a quien más tarde sólo sería capaz de dedicarle un “te voy a echar de menos”. No sé si calificarlo de cobardía, pero lo que sí sabría calificar es que todo aquello que sentía entonces era un amor inesperado, un amor que abanderaba la esperanza para luego desaparecer súbitamente dejándome en la silenciosa desesperación de la cual yo misma renegué hasta bien pasada dicha despedida.

Al igual que percibo en la trayectoria de Robert Frank, mientras más viajo y más siento, más tiendo a tener la cámara como una extensión de mi cuerpo y un reflejo de mi existencia. Quizás antes habré tomado fotografías que hablen más de lo que siente mi corazón que de lo que ven mis ojos, pero desde luego nunca antes había inundado mis ojos con lágrimas ante algo tan cotidiano y aburrido. Nunca antes había abrazado a nadie con tanto miedo de perderlo, con tanto miedo a no compartir noches y amaneceres, calles y rues. Entonces no supe verlo, pensaba que sólo era uno más.
 
Y pese a lo que pudo afectarme esa pérdida, no tanto como la suya sino más de la parte de mí que atrofió la desesperanza, ahora puedo ya afirmar igual que el recorte del último número de i-D: “you’re deleted”. Borrado de mis anhelos, de mis melancolías, de mis penas. Borrado por completo y con una página nueva sobre la que escribir con tinta renovada de esperanza, de ilusiones y de ganas de seguir adelante. ¿Siempre nos quedará París? Quién sabe, pero yo por ahora prefiero Londres.
LEY
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LEY

How to keep memories warm with a cold heart.

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