Burbujas.
 
Acostada y tapada hasta media nariz, todavía veo la luz lúcida y perspicaz de la ampolleta de bajo voltaje que cuelga desde el techo blanco. No había contado su rectangular forma, ni su absoluta falta de color. Las  murallas amarillas brillan a mi alrededor, mas de apoco escucho solo ecos del sonido de la tv. Resuenan palabras, resuenan sonidos, resuenan sin sentido ni genero.
Al final de la noche, comienzo de la madrugada alzo mis parpados y en la oscuridad sombría, logro advertir todo lo de la habitación. Me siento en la cama y mi compañera desafía la gravedad en la esquina derecha. La tapo. Se destapa. Vuelvo a taparle. Sonrío.
La puerta se abre despacio con un sonido crujiente, esto me hace pegar un salto. Entra una mujer vestida de nana nazi, con un moño tan bien hecho, que no se le movía nada de su cabellera. Resuenan estrépitos dentro de mi cabeza y afuera, por el pasillo asoman luces de muchos colores, casi como arcoíris. No puedo moverme. Estoy perturbada. Miedo.
Empujo a la señora y ella sale de mi espectro visual.
Camino por la calle desolada, la neblina cubre las casas. No hay visibilidad. El frío carcome mis huesos. Mis pies están descalzos. Miedo.
Observo en una esquina venir un tipo sin rostro. Inverosímil, pero cierto. El estupor y el vapor salen de mi boca.
Vuelvo corriendo a la habitación. Mis pies sangran. Resbalo, caigo, me paro y continúo la huida.
“Despierta!!”. Le grito y muevo su cuerpo, pero no hay respuesta.
Veo burbujas por doquier.
 
 
 
 
 
 
El silencio más profundo alberga todo entre todo.
“Por favor, despierta, hay gente extraña aquí!!”. De un momento a otro me doy cuenta que quizá soy yo quien debe despertar.
Me arrodillo en el suelo helado y comienzo a pensar en que quiero despertar.
 Vuelvo a la cama y me lanzo sobre mi compañera.
“Despiértame!!!”… le suplico que me mueva, que me haga volver, pero ella no reacciona, o al menos yo no noto alguna renuencia.
Creo que debo enfrentar lo que sea que esté afuera.
Salgo nuevamente al pasillo. Algo me llama al baño del fondo del jardín infantil; lugar donde hemos albergado estos últimos meses. Voy hacia el. Entro. Luz reluciente. Sombras parpadeantes. Vuelan; me sobrevuelan. Me consume el terror. Miro impávidamente todo. Sé que es un sueño; al menos eso siento. Si fuese real una de mis tabletas haría que desaparecieran; pienso.
El corazón salta casi sobre mi pecho. Camino mareada y muy despacio nuevamente hacia la habitación. En la mesa que hace de velador están mis tabletas. Las veo de lejos. Hay veintiuna.
“como puede ser que este tan lejos la pieza?”. Me digo a mi misma, alentándome a llegar.
Entre el espacio vacío del centro del jardín, un eco. Miro. Me mira. Es una sombra ocho puntas que rozan el piso. Sus pies?. Quizá.
Viene hacia mí. Corre hacia mí. Corro lejos. La habitación cada vez está más lejos.
Veo burbujas por doquier.
 
 
 
 
 
 
No hay duda que debo estar dentro de un sueño, pero porqué no despierto si sé que estoy aquí?. Me imagino que tengo un arma, solo para saber a ciencia cierta que esto no es más que una pesadilla. No hay nada. Logro entrar a la cocina. Una mujer sangrando me roza con un cuchillo. Pongo mis manos sobre mi rostro. Siento dolor.
Salgo de allí y entro a la habitación. Tomo mis tabletas y cojo una. Tomo la bebida. Abro y adentro.
“Despiértame por favor!”. Ella se mueve y de sus labios salen valbucenates unas palabras.
“Estas bien, ven, te abrazaré”. Me acerco buscando ese abrazo. Veo mi brazo izquierdo y el dolor me hace mirar el tajo. Ya no queda sangre. Solo dolor.
“Mírame, dime que estoy soñando, despiértame por favor!!”. Mientras le abrazo, le pido que me diga, que me despierte, que me mueva y me mueve, me acomoda, me tapa. Duermo. Despierto y ese ruido que parece zumbido me hace sentarme en la cama.
Hay sombras caminando por el techo. Son sombras con formas inhumanas. Sus gritos son los zumbidos. Esas luces multicolores. Me enfocan, me buscan. Entra la mujer nazi. En su mano un cuchillo. Mirada perdida. Sin pupilas. Sus labios están pegados con agoré. Su piel es blanca como nieve. Su aroma a carne descompuesta.
El pánico me invade.
Me grito a mi misma DESPIERTA, pero por más que me escucho, es estar en esta realidad, sin que exista otra.
Quedo de escudo ante mi compañera.
Veo burbujas por doquier.
 
 
 
 
 
 
 
Estoy ahogándome en pensamientos que divagan entre situaciones vividas, limites y que tal vez viví y no recuerdo. De un momento a otro no sé bien mi nombre, ni donde estoy. La mujer sigue allí; quiere mi alma.
Un gato tras de ella lame sus patas y acaricia su cabeza.
Como llegue aquí y cuál es mi nombre?. Me cuestiono que he vivido.
La mujer está al borde de la cama, su aroma penetra completamente mi nariz y nauseabundamente vomito sobre ella. Ella me apuñala continuamente dieciséis veces.
 
Veo burbujas por doquier.
 
 
 
 
 
 
Has sentido cuando te sumerges en el agua y sales de repente?. Así el aire se apodera de mis pulmones y en un acto repentino, despierto. Ahogada. Afligida. Atorada. Con todo el cuerpo adormecido. La planta de los pies adoloridos.
“Hola mi amor”. Me saludan y me dan un beso.
“Dónde estoy?”. Antes de levantarme de la cama, pregunto.
“En nuestra casa, en nuestra cama”. Me responde una dulce voz. Giro la mirada hacía ella. Es el gato que se lamía. Tras él un laberinto de murallas.
“DESPIERTAME!!”. Grito a todo pulmón, casi sentada en la cama.
“DESPIERTAME!!!!!!!!!!!!!!”.
 
…..burbujas sobrevuelan la habitación, que está situada justo al centro de un laberinto…………..
 
 
FIN.
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
burbujas
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