En algunas ocasiones he tenido el desgarrador privilegio de poder escuchar y hablar con personas que atraviesan una situación extremadamente difícil, cualquier persona que las ve por fuera las vería sonriendo, realizando un sin número de tareas diarias ya sean personales o correspondientes a su familia, pero que al momento de interiorizar con ellas encuentras llanto, pesar y oscuridad.

Las lágrimas, el dolor, la desesperación y la resignación son reales, se meten en cada fibra de tu ser para salir en tu momento más vulnerable. Personalmente se que estamos tan expuestos a ello como también estamos rodeados de personas que libran su batalla interior, entonces, ¿Que hacemos para ser un balsamo para ellas? ¿Procuramos ser aliviadores de heridas? ¿Escuchamos cuando se requiere que tan solo escuchemos? O solo tomamos la via más fácil de ignorar...

Agradezco a mi esposa quien me ayudó a plasmar en este sencillo fotoensayo una cruda realidad.

Dedicado a todos aquellos quienes, cuando llega el final de la noche, no nos queda más que volver a estar "Solos en la oscuridad"