En los corazones argentinos se encuentra ese "Sol Eterno", un orgullo indómito —en pocos lados visto—, un orgullo que se forja en los colores del norte, en los picos nevados del sur, en la intensidad del sol pampeano, en las aguas del Atlántico. Se forja en cada paso de San Martín cargando en su espalda la liberación de su tierra, en la pluma de Borges y sus escritos legendarios, en las zurdas mágicas que tanto nos dieron, en la imborrable huella de Favaloro, en la voz de Gardel, el bandoneón de Piazzolla. Sigue forjándose en nuestra unión, un pueblo que por el hecho de ser argentino mantiene viva una llama que nunca va a dejar de flamear, ni por más de que se presenten sombras que desdibujen nuestra imagen de nación, 

estaremos siempre abrazando nuestras raíces y alimentando nuestro "sol eterno".