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¿Anarquía o Anarquismo? ¿Todos para uno?

¿Anarquía o Anarquismo? Dos sistemas en oposición

¿Todos para uno, o uno para uno?


El surgimiento de Javier Milei en la política argentina ha logrado un impacto no sólo en el arco político sino también en el filosófico. Su caudal electoral ha puesto de relieve conceptos económicos e ideológicos entre los que destaca el de anarcocapitalismo.

Es difícil negar el impacto del concepto ya que une dos nociones que podrían considerarse tradicionalmente opuestas, al menos en el imaginario popular, y probablemente lo sean también conceptualmente.

Para abordar este planteamiento conviene empezar por el principio. Es bien sabido que desde la etimología el anarquismo refiere a ausencia de norma, jerarquía, autoridad o gobierno. También suele resumirse con el lema "Ni Dios, ni Amo", inmortalizado por Piotr Kropotkin en 1885. Más allá del origen, esta corriente filosófica y posteriormente política no tiene preceptos unificados ni consensuados entre sus múltiples variantes. En términos generales refiere a una oposición a cualquier imposición por la fuerza de las condiciones de vida de los individuos, frecuentemente asociada al Estado en su rol de poseedor del monopolio de la fuerza.

Pese a sus diferencias, ha habido dos líneas básicas de pensamiento, individualistas y comunistas, con Max Stirner y el mencionado Kropotkin como referentes de ambos extremos, respectivamente, de ambas posturas.

Dentro de la postura tradicional, donde además de Kropotkin se destacan Pierre-Joseph Proudhon, Mijaíl Bakunin, Errico Malatesta, plantea un anarquismo socialista, colectivista, social o comunitario. En esta visión se antepone el concepto de uso frente al de propiedad privada, y postula una sociedad futura donde esta no exista y se sustituya por la reciprocidad y una sociedad igualitaria. Para ejemplificar, evitando de manera deliverada profundizar en los conceptos puntuales de cada uno de los autores, es una buena sugerencia remitirse al libro de ficción "Los Desposeídos", de Ursula K. LeGuin, donde imagina una sociedad anarquista en funcionamiento y se plantean hipótesis como la de Sapir-Whorf, que explora hasta que punto un determinado idioma, con sus estructuras gramaticales, determina la visión del mundo que tiene una comunidad determinada. En dicha obra los niños hablan por ejemplo del pañuelo "que yo uso" en lugar de "mi" pañuelo, o el pañuelo que "comparto contigo", en vez de "prestartelo", exponiendo la idea de que las personas llevan y utilizan cosas en vez de poseerla.

En cuanto al anarquismo individualista, hace énfasis en la autonomía del individuo, sosteniendo que cada uno es su propio dueño, y no se oponen a la desigual distribución de la riqueza, aceptándola como una consecuencia de la libre competencia. La corriente tiene como referentes a Max Stirner, Ludwig von Mises y Murray Rothbard, este último creador del concepto de anarcocapitalismo. Stirner, cuyo legado principal es su "Filosofía del egoísmo", sostiene que los individuos deben hacer aquello que desean, sin hacer caso a Dios, Estado o regla moral. Mises (principal referente de Rothbard) planteaba que las intervenciones del Estado llevan a un estado distinto al natural en la sociadad, y que esto desembocaría en el caos, para él el protagonista de la economía es el emprendedor, de manera que tendrá éxito siempre que los precios generados en el mercado cubran sus pérdidas, de este modo irán arruinándose los empresarios menos competitivos favoreciendo la innovación y el progreso. Finalmente Rothbard, autor de cabecera del mencionado Milei, sostenía que todos los servicios prestados por el "sistema monopolístico del Estado corporativo" podrían ser proporcionados de forma más eficiente por el sector privado y escribió que el Estado es "evidentemente una organización del robo sistematizada". Calificó la banca de reserva fraccional como una forma de fraude y se opuso a la existencia de un banco central. Todos estos postulados repetidos de forma literal en la campaña electoral argentina por Javier Milei. Y ya lo dijo el mismo Rothbard en una conferencia en 1981: "No dudes en decir cualquier cosa, porque digan lo que digan, no importa cuan idiota sea, ya ha sido dicho antes por algún eminente economista".

Las diferencias están a la vista. El planteo de ausencia de autoridad puede fomentar el colectivismo, minimizar las diferencias y para distribuir de manera equitativa y justa la riqueza, o para potenciar las inequidades en base al individualismo en una especie de sálvese quien pueda.
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