Nada es como parece.
Me desperté en mi casa, pero había algo raro esa noche, era oscura, tenebrosa, de solo mirarla me erizaba la piel, tropecé con mi alfombra desecha y cuando me levante estaban las dos camas, una separada de la otra, una de mi amigo y otra mía -Se había quedado a dormir después de rogarle a mi papa- cuando vi bien vi que mi amigo no estaba, y me preocupe.
Abrí la puerta de mi habitación y un viento frio corrió por todo mi cuerpo, tenia una lagrima saliendo del ojo y me asusté muchísimo. No reconocía mi casa, era como si todo se hubiera cambiado de lugar. En vez de un pasillo había un cuarto gigante, con luces apagadas y justo al frente una puerta con una luz prendida.
Cuando junte las fuerzas de abrir la puerta me di cuenta de que era mi cocina, sucia, con ollas amontonadas, platos rotos en el piso, al lado mío estaba la heladera, que cuando di un paso al frente, había una luz, era el celular de mi amigo sentí como si todo el cuerpo se congelara, me temblaban las manos -estaba muy asustado- gire la cabeza a la derecha y vi otra luz, fui despacio, tratando de digerir y de entender lo que pasaba.
Abrí esa puerta, y las nauseas subieron hasta mi garganta, pero las trague, cuando vi a mi amigo tirado en el piso, no pude contener las lágrimas, todo mi cuerpo temblaba, sentía miedo y enojo por ver quien izo esto, me agache a ver a mi amigo, mojándole la cara con mis lágrimas y cuando toque su cuerpo frio y ensangrentado fue como si toda mi ira me dominara, como si fuera un mecanismo de defensa, empezó a mirar la zona, a ver si había algo que pudiera usar para defenderme de lo que fuera eso. Y en la pared había algo escrito con sangre, me pareció familiar, decía algo sobre la soledad, y la tristeza. Pero antes de que pueda terminar de leer cayo un trueno, y empezó a llover a cantaros, como si fuese la ultima noche de mi vida.
Me asusté y con todo el cuerpo tembloroso como pude me fui a la cocina, las luces estaban apagadas, aprete el interruptor con las manos ensangrentadas y no andaba. –se había cortado la luz- y ahí es cuando lo vi, vi esa persona con una sonrisa y se me erizo todo el cuerpo. pero esta vez, el enojo y la venganza corrían por mis venas. Abrí el cajón con fuerza -casi lo rompo- y saqué el cuchillo más afilado que tenía mi papa. Fui donde estaba el cadáver de mi amigo.
pero antes de que pueda llegar, sentí como el acero frio había entrado por mi cuerpo, mi corazón latía como podía y cuando alza la vista estaba él. El asesino, con esos ojos rojos y esa sonrisa que asustaba y me ponía la piel de gallina.
Lo trate de apuñalar, lo insulte, me desquite como nunca, en uno de mis forcejeos le llegue a cortarle. Pero recordé la frase que leí en la pared, y sentí como toda esa ira desapareció y sentí pena por él, me compadecí con el asesino, en vez de ira, sentía compasión porque quizás el mataba porque se sentía solo y triste. cuando entendí eso fue como si despertara otra vez, pero en otra posición, de repente estaba yo firmando la frase de la pared, con la sangre de mi amigo, ya no estaba herido y ya no sentía tristeza por haberlo matado.
