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Artículo sobre aplicaciones de citas

No hay dudas: La época del flechazo analógico quedó bastante atrás. Esto representa un obstáculo principalmente para las personas de más de 30 que quedamos en un limbo millennial, porque vivimos aquellos años de conocer gente en círculos sociales, del cruce de miradas, del intercambio de números de teléfono, pero también presenciamos el crecimiento de la tecnología. No podemos evitar estar atravesados las redes sociales y a su vez recordamos con nostalgia esa sensación de pura adrenalina de ir a un evento sabiendo que nuestro crush iba a estar ahí. Hoy esa situación es poco frecuente, en parte porque la vida social no es la misma y, por otro lado, hay una realidad: no hay tanta gente soltera como a los veinte. Las aplicaciones de citas son bastante prácticas y ágiles para quienes quieran relaciones casuales, pero ¿Qué pasa si queremos encontrar algo más estable? Ahí la cosa se pone más difícil. Pero no hay que desesperar. En este artículo veremos algunas cuestiones a tener en cuenta a la hora de conocer gente de manera virtual.

Balance entre características físicas y personalidad
El atractivo físico es algo que no podemos ver sólo con un par de fotos, y ese criterio a veces lo perdemos cuando estamos en las aplicaciones. A ver, vayamos a nuestras épocas de levante analógico y pensemos en las cosas que nos atraían de nuestras ex parejas. Seguramente en ese momento sentimos una fuerte atracción de acuerdo a la conjunción de varios factores, algunos del orden de lo superficial y otros relacionados a la personalidad. Si pensamos en las características superficiales, frecuentemente la imagen en movimiento es la que termina de convencernos. No son únicamente los rasgos fijos que podemos ver en las fotos, sino esos rasgos combinados con gestos, muecas, manera de hablar, tono de voz, etc. Por lo tanto, es posible que descartemos gente sólo porque las imágenes fijas no nos convenzan. Para esto es clave darle importancia a la descripción que hacen las personas de sí mismas en cuestión de gustos, hobbies, inclinaciones políticas o sentido del humor. Debemos entender que muchas veces la atracción física es algo que llega después, y en ocasiones no es necesario esperar tanto.

Originalidad a la hora de chatear
Una vez que está hecho el match, viene la parte que más tiende a desmotivar: el momento de conversar con la otra persona. En esta instancia tenemos que respetar nuestros tiempos ya que quizás necesitamos conocer más en profundidad al otro para saber si de verdad nos interesa conocerlo o no. Muchas veces el diálogo comienza de manera acartonada y hay que tener paciencia, al fin y al cabo son dos personas desconocidas rompiendo el hielo. Preguntas como “¿De qué trabajás?” o “¿Qué estás haciendo?” son de las más utilizadas en principio y están bien, pero también se puede apelar a cierta originalidad, que tampoco es matarse pensando algo ingenioso para decir, sino intentar conectar con temas que sean de nuestro interés. Comentar un tema de actualidad, o hablar de las series que están viendo, o contar alguna anécdota reciente pueden convertir una conversación banal en un intercambio un poco más divertido.

Intercambio de redes sociales   
Si todo va bien y esta persona nos intriga pero todavía no estamos listos para intercambiar celulares, podemos optar por este paso intermedio. Esto puede depender de cuánta importancia le demos a las redes sociales, pero así le demos un uso poco frecuente, intercambiar nuestras redes puede significar una ampliación importante antes de concretar un encuentro presencial. Las redes frecuentemente nos dan información concreta de la otra persona sobre su vida social, su círculo familiar o sus intereses. Incluso, por más que a veces nos pese, pueden darnos temas de conversación gracias a la posibilidad de comentar historias. Es fundamental comprender la diferencia entre reaccionar a historias y comentarlas, puesto que la primera es un contacto más indirecto y la segunda sugiere la apertura al diálogo. Parece una obviedad pero la comunicación hoy está muy limitada a la reacción de historias y este tipo de indirectas muchas veces terminan generando un retroceso en la vinculación, de manera que podemos empezar siendo dos personas con un buen feedback y terminar viéndonos dos seguidores random desconocidos. No hay que temerle al contacto directo, así como tampoco al diálogo mediante audios, una herramienta que sin dudas nos ayuda a conocer a la otra persona y puede incrementar nuestro interés.

Dejar que fluya
Es importante entender que no tenemos que hacer nada de manera forzada. Darnos tiempo para conocer a la otra persona de manera virtual no implica tener que conocerla personalmente sí o sí, sino que ese es el escenario ideal al que queremos llegar siempre que estemos impulsados por el deseo genuino de hacerlo. También es necesario entregarse a lo que el tiempo depare para este vínculo y comprender que puede convertirse en una relación sexo-afectiva, en una buena amistad, o que también puede quedar en un simple intercambio agradable y efímero, y que cualquier opción está bien. Sea lo que sea, se trata de comprender que conocer gente mediante una aplicación de citas o conocerla personalmente no es tan diferente como pensamos. Es cuestión de intentar que sea lo más parecido posible a esa manera analógica que conocemos, que quedó bastante atrás pero que sigue ahí. Más de una persona está en una situación similar a la nuestra y las aplicaciones pueden ser una buena herramienta para acercarnos, quizás, a lo que estamos buscando.
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