Partiendo de un cuento infantil, una fábula, decidimos diseñar un mundo onírico, una selva con ausencia de color. Utilizando una escultura como elemento principal y envolviéndola de vegetación de papel, ya que dicho material nos conectaba directamente con el universo infantil de la historia.

Basándonos en la composción clásica de los “teatrillos” barrocos y sus bambalinas, creamos 3 diferentes capas de material hasta conseguir la profundidad deseada.