Resumen:
En este trabajo hablo acerca de la ficción de detectives irregular en el manga “Boku dake ga inai machi”, que suele traducirse como “Erased” o “Desaparecido”, así de sobre cómo se desarrolla la historia que se nos presenta en este mismo. A través de la teoría de la recepción, así como de métodos de análisis especiales para la narrativa gráfica, y más específicamente del manga, intento mostrar cómo un género muy usado en la literatura europea, se adapta de la mejor manera a la cultura japonesa.

“Boku dake ga inai machi”. Ficción de detectives irregular en el manga

La narrativa policial, así como cualquier otro género, evoluciona. Este tipo de género puede ambientarse en diversas situaciones que sean convenientes para el argumento. Aunque el contexto básico es el mismo en todos los casos, siempre hay pequeñas, pero significativas diferencias, las cuales fluyen hacia historias por completo distintas. El manga que se va a analizar se basa en las novelas de misterio que se alejan del modelo del detective clásico, pero tampoco pertenecen a la novela negra. En estas historias el protagonista no se vuelve un detective por ser este un pasatiempo o por gusto, como pasa con los detectives clásicos. Tampoco es un oficial de policía que se gane la vida resolviendo crímenes. Esta historia se encuentra más en un punto medio. A este tipo de detective, Todorov lo llama detective sospechoso[1]. Sin embargo, lo que se puede ver aquí es una ficción de detectives irregular, la cual se ocupa con frecuencia en las historias japonesas. El manga es un escenario perfecto para esta rama de la narrativa policial, pues no es extraño encontrar elementos propios del misticismo japonés, que acompañen a una resolución realista de los crímenes cometidos.
            Lo primero a tener en cuenta es que dentro de la ficción de detectives irregular no es extraño que un elemento del folklore japonés sea el causante de los crímenes; sin embargo, lo que se encuentra en “Erased” es un poco diferente. No hay demonios o espíritus que intervengan en la historia. Aún así, está muy presente la idea de un poder sobrenatural que ayuda al protagonista.
Ahora bien, hay algunos aspectos más que se deben aclarar. Primero, es necesario tener en cuenta que la narrativa gráfica, y más específicamente el manga, no puede analizarse como cualquier novela, cuento o relato. Es por su misma característica gráfica que hay elementos que entran en juego a la hora de hacer un análisis. En este caso la imagen y el texto van de la mano. No pueden separarse el uno del otro y, es por eso que voy a utilizar Manga. An anthology of global and cultural perspectives para explicar los elementos externos al texto.
            Del mismo modo, es necesario explicar que “Erased”[2] no puede leerse de la misma forma que un cuento o una novela. Esto es porque el formato original del manga es la entrega por capítulos en revistas específicas. De este modo, al menos en el caso de las historias de misterio, es muy común usar los cortes argumentales para generar tensión en las partes deseadas. Es por eso que resulta más fácil para explicar el relacionarlo con una novela por entregas. Entonces, para el fin de obtener un mejor análisis se utilizará la teoría de la recepción de Wolfang Iser que se puede encontrar en “La estructura apelativa del texto”, debido a las características propias de la novela de misterio, así como del manga.
A continuación, se va a dar un pequeño resumen del argumento general. También habrá descripciones de las páginas que sean importantes para el análisis.
Esta historia de “detective sospechoso”, por tratarse de un misterio, se encuentra llena de vacíos de información que esperan ser llenados por el lector tanto como por el protagonista. A estos huecos informativos se les aúnan los cortes que se hacen al final de cada capítulo. En muchos de ellos se muestra una secuencia de acontecimientos que dejan al lector esperando saber cómo continúa la historia. Para ejemplificar esto voy a valerme de una página del manga[3].
            En esta página se pueden ver algunas cosas interesantes[4]. Lo primero es que se trata de una secuencia de dos páginas sin nada de texto en ellas. Con eso lo que se entiende es que no es necesario el texto en esas escenas. En este caso es la imagen la que “cuenta la historia”. El primer plano que se le hace a Yashiro y a Satoru lo dice todo. Sin embargo, al mismo tiempo se deja un vacío a la vez de un corte en la historia. Esto, como ya lo dije es muy similar a las novelas por entregas y, según Iser “sólo los vacíos conducen a la participación en la co-ejecución y en la constitución del sentido del suceso” (Iser, pp. 106-107). Es en esta escena cuando, aunque no se diga nada explícitamente, el lector es capaz de llenar el vacío principal: ¿Quién es el secuestrador? Esto porque es en esas escenas cuando toda la verdad se descubre, aunque no se diga explícitamente. Satoru deduce, gracias a las circunstancias, así como a su juego de detectives, que su profesor es el verdadero secuestrador y asesino.
Desde el principio de la historia se nos menciona que el protagonista tiene una habilidad especial que lo regresa en el tiempo cada que algo malo pasa cerca de él. Esto es un elemento fantástico que no encajaría tan fácilmente en una historia realista como debería ser una policial; sin embargo, hay que tener en cuenta que el manga es en sí mismo un tipo de literatura dirigida principalmente a jóvenes. Entonces, no es de extrañar que se incluyan elementos fantásticos.
Aunque, a primera vista podría parecer que el protagonista ya está acostumbrado a estos saltos temporales, en esta página se muestra que no está seguro de lo que pasa.[5] En la imagen se puede ver que duda de estar vivo siquiera. Aunque Satoru posee un arma mágica, no es capaz de controlarla por sí mismo. En este caso parece que el detonante es el sentido de culpa que tuvo por no poder hacer nada para evitar los asesinatos, así como la impotencia de que un inocente fuera sentenciado sin que nadie le creyera. Esto funciona como motivante para que el protagonista, un adulto en el cuerpo de un niño, dedicara todo su tiempo a evitar que sus compañeras de clase fueran secuestradas. El modo que encuentra para hacer eso es no dejarlas solas. En su presente, Satoru descubre que quienes fueron secuestradas pasaban largos ratos sin compañía de nadie. Se podría entender que por eso en “Erased” hay un momento en que Satoru se llama a sí mismo un aliado de la justicia, una suerte de héroe. Aparte de las motivaciones antes mencionadas, eso lo dice porque a él lo incriminaron del asesinato de su madre del mismo modo en que Yashiro lo hizo con alguien más en cada pueblo en donde secuestraba niñas. Entonces lo que se ve, Iser lo explica de este modo: “Desde el punto de vista del héroe, el mundo parece malo; desde el punto de vista del mundo, el héroe parece obstinado y torpe” (Iser, pág. 112). Aquí el protagonista funciona como un héroe. Busca proteger a las niñas que fueron asesinadas en el pasado para poder cambiar su propio futuro. Al mismo tiempo, teniendo en cuenta que la única forma de arreglar su vida es regresar a cuando era niño, los demás personajes sólo pueden verlo como alguien a quien deben proteger y que no puede hacer nada por sí mismo. Entonces Yashiro no lo ve como una amenaza a sus planes.
            A lo largo de la historia se muestran algunos elementos que se deben mencionar. Durante la narración se puede notar un cambio; aunque se trata todo el tiempo del mismo narrador, hay momentos en que se cambia el tiempo. Cuando se ocupa la voz interior del personaje, que se puede ver por los cuadros de diálogo, es utilizada una narración en pasado. Es el Satoru del 2006 quien habla, recordando los eventos del pasado y, por momentos, las dos voces, la interna y la externa, se confunden entre sí[6]. Esto también genera efectos en el lector. Se cambia el tipo de narración para llenar vacíos que se fueron dejando desde el principio.
            Los retrocesos de Satoru funcionan como el arma mágica que le ayuda al héroe a cumplir su cometido. Tanto es así que gracias a esa habilidad especial lograron, él y su madre, frustrar un intento de secuestro. Eso pasó porque cuando se le dijo a la señora Fujinuma que estuviera alerta de algún evento extraño, se percató de que algo andaba mal con un sujeto que dejó a una niña en un estacionamiento[7]. De nuevo no se explica nada en los diálogos; lo que sucede es que hay una diferencia entre dos escenas que, en apariencia, podrían ser las mismas. El único contraste es que en la primera no hay nada; en la segunda, una niña sola. Esta escena lo que logra es dar una explicación adelantada de la razón de la muerte de la madre de Satoru. Ella recordaba la cara de esa persona, quien también era un sospechoso en el caso de 1980[8]; sin embargo, en ese momento no le tomó mucha atención porque lo eliminó como sospechoso de los asesinatos. Desde ese momento se queda el vacío de: ¿Quién mató a la señora Fujinuma? Que, aunque a lo largo de la historia surgen otros problemas que se deben resolver antes, el principal sigue siendo el mismo. Ese se va aclarando conforme el autor deja pistas relacionadas con los planos de enfoque a ciertos personajes. Fue en varias ocasiones en que se muestra sólo a Yashiro observando a los niños de su clase; sin embargo, también logra evitar las sospechas actuando como un profesor excelente y preocupado por el bienestar de sus alumnos.
Ahora bien. Hay un elemento que es clave durante todo el misterio. Todas las víctimas son niñas de diez años, todas solitarias. Ya sea por problemas familiares o por trabajo de los padres, así como exigencia académica de los mismos, había periodos largos de tiempo en que todas ellas estaban solas. Esto puede relacionarse mucho con la sociedad actual japonesa. Al mismo tiempo se debe tener en cuenta que, aunque los asesinatos no ocurrieron en la gran urbe que es Tokio, todo el caso que debe resolver Satoru se sitúa en su ciudad natal, Sapporo que es la más grande de la región de Kioto. La importancia de esto es que, por estar en una ciudad, aunque no sea tan grande, se genera el escenario perfecto para un crimen. Esto por la impersonalización que hay al saber que nadie se conoce entre sí, factor primordial en las novelas policiales. Así, el criminal puede esconderse a simple vista.
Ahora, siguiendo con un análisis de las páginas[9], lo que se puede ver son planos sin casi nada de diálogo. Lo que sí hay es una secuencia de movimiento para llegar, de nuevo a un corte en la historia. Ahí lo que sucede es que el protagonista encuentra a una de las niñas que fueron víctimas de Yashiro. El siguiente capítulo comienza con una visión de la casa de Hinadzuki, la niña de la página anterior, en donde su madre intenta quitar los moretones de la cara a su hija para no tener problemas con las autoridades[10]. El fondo de la página lo que nos dice es que eso es un recuerdo de la niña.
 En Manga. An anthology of global and cultural perspectives se puede ver que esa es la forma en que tiene el manga de usar toda la página como medio narrativo. Con esa información, el lector podría pensar que la responsable del asesinato de Hinadzuki sería su propia madre. Esa podría ser la intención del autor, alejar la vista del verdadero culpable. Así es como se mantiene al lector a la espera de que el verdadero asesino sea descubierto, a que ese vacío sea llenado.
Ahora bien, hay algo interesante que no se ha mencionado aún. La relación que hay entre Yashiro y Satoru. A lo largo de toda la historia, Satoru se construye como la contraparte de su profesor, aquel que se interpone en su camino; sin embargo, no logra odiarlo. Todo lo contrario. Llegan a un punto en que parece que Yashiro no puede vivir sin Satoru. Al mismo tiempo el niño ve a Yashiro como la figura paterna que nunca tuvo.
            En esta página[11] el autor logra que el lector sospeche por primera vez de Yashiro. Cuando Satoru abre la guantera del carro de su profesor descubre que esta se encontraba llena de dulces. Yashiro se excusa diciendo que sólo son para calmarse por haber dejado de fumar. Sin embargo, eso no hace más que abrir un nuevo vacío de información: ¿En realidad es esa la razón?
            Cerca del final del manga, cuando Yashiro le cuenta toda la verdad a Satoru le dice que fue esa noche en que iba a secuestrar a un nuevo objetivo, pero el niño se interpuso en su camino al estar en el mismo lugar y hora que ya tenía planeado. Es en esa misma conversación cuando se llenan de golpe todos los vacíos que el autor fue dejando a lo largo de la historia.
            Antes hablé de la relación entre Yashiro y Satoru. Eso es más evidente cuando es sólo el profesor quien se percata que el niño de once años a quien le da clase parece estar un paso delante de él todo el tiempo, casi como si ya conociera el futuro de antemano, como si supiera todo lo que piensa. Es entonces cuando toma explícitamente la posición de villano frente al lector, posicionando de este modo al niño como el único héroe que puede detenerlo, como se ve en esta página[12]. Algo que también se puede ver es que Satoru se niega a creerlo. No quiere aceptar que la persona a quien consideraba como un padre pudiera ser el asesino, no sólo de las niñas, sino también de su madre de dieciocho años en el futuro. 
            Ahora bien, durante el manga hubo momentos en los que se daba a entender que una niña de la clase del protagonista era el siguiente blanco; sin embargo, gracias a la conversación a la que acabo de referirme el lector puede darse cuenta que no era así, sino que era Satoru la siguiente víctima. Era él la persona que podría saciar los deseos de Yashiro. No podría ser de otra forma. Sólo poniéndole fin a la vida de ese niño que parecía saber lo que pensaba podría calmar al perturbado profesor.
Como ya lo mencionó Todorov, el protagonista de la novela del detective sospechoso pone en riesgo su vida. Satoru, por no ser más que un niño que decide ir solo a buscar a un asesino se coloca a sí mismo en una posición muy vulnerable. No hay forma en que pueda defenderse. Queda expuesto tanto física como emocionalmente ante su agresor que no duda en deshacerse de él. Aún así, logra descubrir al verdadero culpable y consigue sus dos objetivos: 1. Descubrir al asesino de su madre y de las niñas de su pueblo natal; 2. Evitar que una persona inocente fuera incriminada y condenada a muerte. Con estos dos aspectos cubiertos Satoru consigue su final feliz en donde logró que él fuera el único desaparecido del pueblo. Ningún niño tuvo que morir y fue gracias a él, ya que el asesino decidió irse de ese pueblo luego de matarlo.
            En un momento, Yashiro consigue, en apariencia, lo que busca[13]. Consiguió satisfacer ese deseo en ese pueblo, aunque no fuera con sus primeros objetivos. Es por eso que su frase de despedida es: “Es un final feliz para ambos. ¿No es cierto, Satoru?”. Yashiro tiene la idea de que logró eliminar a su único opositor y testigo, el único que podía estar a su nivel.
            Esta escena dejó un nuevo vacío. Gracias a ella se quedó la duda de si el protagonista moriría ahí o no. Esa pregunta fue respondida en el siguiente capítulo, cuando se dijo que en realidad Satoru quedó en coma durante quince años. Cuando despertó no recordaba nada. Eso logró que el lector supiera más que el protagonista. Aunque él, aparentemente no supiera nada, el lector sabía exactamente lo que había pasado. Lo que logró generar en el mismo una expectativa sobre la resolución del problema.
            Esta expectativa llegó a su fin cuando Satoru se enfrentó de nuevo con Yashiro, luego de haber despertado del coma, acompañado de sus amigos, para que este confesara en una grabación que él había sido el responsable de todos los asesinatos en los pueblos anteriores al natal de Satoru. Con esto, Satoru logró cumplir en su totalidad los objetivos que lo motivaron a utilizar el retroceso.
            Al final del manga se menciona que luego de todo lo sucedido el retroceso no volvió a ocurrir. Eso nos indica que ese poder especial que tanto ayudó al héroe incomprendido ya no sería necesario. Los objetivos habían sido cumplidos y no había necesidad de regresar una vez más en el tiempo. No habría otra oportunidad de arreglar su vida.
            En conclusión, se puede decir que el autor logró mantener la tensión, así como la expectativa del lector a lo largo de la historia gracias a los vacíos de información que fue abriendo y cerrando conforme los acontecimientos se desarrollaban. Se fueron dando elementos al lector para llenar el vacío principal que se planteó desde el principio. Todo gracias a las estrategias narrativas características del manga, tales como la utilización completa de la página para expresar lo que se quiere. Desde marcar una diferencia entre los tiempos gracias al color del fono, hasta los espacios de separación entre escenas para mostrar secuencias o encuadres que los personajes no podían ver.
            Aparte, tenía mucho sentido que la historia fuera una de detective sospechoso. Eso debido a que, para poder limpiar su nombre, Satoru debía ponerse en peligro a sí mismo. De otro modo no habría tenido oportunidad de descubrir la verdad tras la máscara que creó su profesor. Así fue como en una ciudad, siendo escenario perfecto para crímenes, este detective se metió a sí mismo en la posición de un héroe de la justicia que no podía ser tomado en serio por su sociedad. El único elemento que tenía a su favor era que sabía lo que ocurriría y en qué momento. Así que, aunque no pudiera apoyarse en ninguna institución, como podría haberlo hecho otro tipo de detective, logró descubrir algo que muchos policías no lograron.
Ponencia de investigación
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