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Ilustración para Columna de Revista

Ilustración para columna de revista "La Verdad Sobre el “No Eres Tú, Soy Yo”"
Mientras él me dice esta conocida frase –con cara de cachorrito que no mata ni a una mosca, en
tono compasivo, como avisándome que está por amputarme las dos piernas con una sierra oxidada y sin
anestesia, pero que no me aflija– quisiera gritarle a la cara “¡claro que no! ¡Eres tú y eres un imbécil!”
Peeeeero, no lo hago. Permanezco pasmada, con cara de emoji sorprendido, mientras una serie de
banalidades vuelan en cámara rápida por mi cabeza. “Obvio soy yo. No soy guapa, seguro se enamoró de la
tipa esa de Instagram, la que siempre le pone LIKE a sus fotos, la sexy, claro, pues ¿cómo no?” Y de esa
virtual enemiga, a la que detesto en dosis de pequeños cuadritos diarios en la app de mi celular, me viene a
la mente el recuerdo del “nerd” con el que salí hace años; aquél que se enamoró perdidamente de mí y al
que dejé –sí, lo adivinaron– diciéndole esa misma frase, sólo por lástima, para no confesarle que todo fue
un desliz para olvidar a un “bad boy” de chamarra de cuero, más malo que la carne de cerdo podrida.
Enfurezco y pienso: “¡karma, ya no me las cobres!”
Esa maldita frase aparentemente tan ingenua, tiene el mismo poder que un lanzallamas: pulveriza tu ego,
para empezar. Y la mezcla de cobardía y lástima se encargan de arrasar con lo que queda (que rompan
conmigo uff, ¿pero que me tengan lástima? Prefiero que me odien). Y lo peor de ella es que TODOS, en
algún momento de la vida, la hemos aplicado. Obviamente la ruptura terminó fatal, pero ese no es el
punto.
Reality check #1: la honestidad es un arma –no de dos- sino de doscientos filos ¿qué debí de haberle dicho
al pobre “nerd”, que estaba enamorada de otro que ni de lejos tenía sus cualidades? Le hubiera dolido
más, ¿o no? Y quizá en otro momento de la vida, él y yo hubiéramos sido una gran pareja, pero no lo fue
(como siempre, el timing haciendo de las suyas). Y al igual que el ex que terminó conmigo, quién sabe cual
haya sido su verdad. La realidad era que –en ese momento- la mujer que él quería para sus brotes de amor,
no era yo. Punto. R.I.P. Nada que hacer. (A propósito de “bad boys”, cómo a veces nos enamoramos de
cada troglodita ¡pfff!).
Reality check #2: que muchas veces no seamos –o sean- honestos con los motivos reales, quizá no esté tan
mal… podríamos verlo como un favor anti-derrumbe emocional, una especie de ambigüedad piadosa...
Imagínense que el que me dejó me hubiera dicho “la conocí por Instagram, me enamoré de sus fotos,
además de sexy es inteligente, trabaja para la NASA... Estoy feliz.” Bueno, hubiera caído muerta, fulminada
de ataque cardíaco en ese momento. En una segunda reflexión, la frase ambigua, así, ya no me suena tan
mal...
Una de las trampas del amor, creo, es perder tu valor. El día antes de que ese hombre me terminara, me
sentía la mujer más maravillosa del mundo, doce horas después, una desdichada cucaracha. ¿Cómo es
posible tal mutación repentina? Como dice la canción viejísima de Mónica Naranjo “el amor coloca y
transforma lo que toca...” El problema del “no eres tú, soy yo” es que hace el efecto contrario, lo vuelve
ALL ABOUT US! Les juro que casi más que dolerme su ausencia, era la idea de “no ser suficiente para él” lo
que me mataba. ¡Pero eso no es real! Que alguien ya no quiera estar contigo, no significa que la del
problema seas tú (o al menos no al 100%). No ser correspondido en el amor es de lo más espantoso que
nos puede pasar (bueno, la lista es larga, pero ya saben a lo que me refiero). Pero ¿qué tal de difícil es
coincidir? No quiero ser pesimista pero las llamaradas de amor deliciosas, son fáciles de encender. El
verdadero reto es mantenerlas; coincidir sexual, intelectual y emocionalmente. Los dos debemos tener las
mismas metas, el corazón sano y libre de exceso de equipaje. Y después de sobrevivir todas esas pruebas
de fuego, llega el factor “cambio.” Todos cambiamos, unos más que otros y con más frecuencia.
Que alguien que amas quiera un cambio de rumbo (haya durado una semana o diez años el romance) y
necesite volar hacia otros aires -o paraísos- sin ti, es dolor absoluto. Ni modo, es parte del juego y nadie en
este planeta se libra del sufrimiento ante la vulnerabilidad del amor, sorry. Cuando eso pasa, hay que
morirse un poquito (o un muchito) y resurgir de las tinieblas para renovarnos, no hay de otra. Viéndolo
bien, después de escribir esto, y poniendo en la mesa todas las variables humanas… quién sabe, quizás ya
no me parece ni tan falso ni cobarde, y ni tan doloroso, que alguien me diga “no eres tú, soy yo.” ¿O
ustedes qué opinan?
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