Si yo fuera una casa, tendría muchas escaleras.
Pero todas juntas,
incongruentes,
mal hechas,
laberintosas.
Igual sería una casa de esas luminosas, grandes, enormes, de las que te perdés adentro;
con el techo alto, y la combinación de baldosa y parqué en la sala de estar.
Tendría un ventanal gigante, para que entre el velo celeste de las 6am, y me avise
que ya es hora de dejar de pensar.
Si yo fuera una casa, tendría muchas escaleras, sí. Y muchas ventanas.
Pero ninguna puerta.
Mariel Sesar, Buenos Aires / Marzo, 2021