Está vestida de hojas y de líquenes, vive en la profundidad de los bosques. La cabellera, víctima de soles y lunas, le oculta el rostro, ese es su enigma. Podemos escuchar el grito de fiera entre los árboles, ver la silueta que se pierde en la espesura, pero nadie ha visto nunca su rostro cubierto de musgo y sombra.